CAFÉ... ¡AROMA A LIBERTAD... A LIBRE ALBEDRIO!

LA SITUACIÓN DE LOS CAFICULTORES VENEZOLANOS AFECTA A LOS ÁMBITOS ECOLÓGICOS, SOCIALES, ECONÓMICOS, CULTURALES Y TURÍSTICO, Y PODRÍA CATALOGARSE COMO UNA SITUACIÓN DE EXTERMINIO A UN SISTEMA PRODUCTIVO QUE AGLUTINÓ A MÁS DE 85.000 FAMILIAS EN EL PAÍS QUE FUE EL PRIMER PRODUCTOR DE CAFÉ EN CALIDAD, Y EL SEGUNDO EN CANTIDAD, EN EL MUNDO Y, "POR AHORA" ES UN PAÍS IMPORTADOR DE CAFÉ. "NOS NEGAMOS A DESAPARECER Y QUEREMOS PARAR LA DEVASTACIÓN EN ZONAS DE ALTA FRAGILIDAD ECOLÓGICA".

viernes, 4 de enero de 2013


TERTULIAS DE CAFÉ


¡ESPERANZA! Todo lo nuevo trae consigo una inquietud que generalmente es  esperanzadora. Tenemos más futuro que pasado y, demostraremos que los venezolanos  hemos sabido transformar los problemas, adversidades y dificultades en fortalezas. Después de haber pasado por el colonialismo, las guerras de Independencia, las guerras federales, montoneras, dictaduras atroces y modernos autoritarismos, siempre hemos superado estas situaciones; nos erguimos levantando la mirada al Sol, y con un grito democrático hemos sido ejemplo mundial como tierra paridora de libertadores, juristas, científicos, técnicos, poetas, escritores, artesanos, orfebres, ebanistas, obreros, etc.
Antes de la aparición y desarrollo de la industria petrolera, Venezuela, pagó la deuda externa con los ingresos provenientes de las divisas de la exportación de café y de uno u derivado agropecuario. Así lo admitió el dictador, Juan Vicente Gómez, mal llamado “El Benemérito” por sus acólitos. “Éramos el primer país productor exportador de café del mundo por su calidad y el segundo en cuanto a cantidad”. “Por ahora”, los venezolanos al transformarnos en un país importador para cubrir el consumo interno, en aproximadamente, un setenta por ciento  estamos tomando en taza china: café, leche y azúcar… ¡todos importados!
Los sepultureros de café están exterminando los cultivos de una cereza que por su nobleza intrínseca ha marcado hitos internacionales en los ámbitos: políticos, ecológicos, sociales, económicos, culturales, y turísticos. Basta recordar el poco de dignidad conservada por otros dictadores de países vecinos; como Getulio Vargas cuando la caída de precios del café en su país, Brasil, a mediados del siglo XX, le condujo a la muerte. En su despedida, escribió de puño y letra; palabras más, palabras menos: “Como no tengo más nada que dar a mi país, le doy mi sangre” y… se suicidó.
Pero, así como la naturaleza es muy noble en su esencia y siempre se transforma; tenemos fe en que los cafetales retoñaran y el aroma del jazmín procedente de sus flores volverá a las montañas, dando trabajo honesto, bienestar y prosperidad a las centenares de miles de familias que lo cultivan y, dejaremos de ser el tubo de ensayo de lo que no se debe hacer… “Destruir el aparato productivo de un país”.
Los caficultores venezolanos formamos parte de más de cincuenta millones de familias que en el mundo lo cultivan; sin tomar en cuenta aquellas que hacen de su modo de vida la comercialización, distribución, almacenaje e industrialización; la elaboración y suministro de maquinarias e insumos o, el turismo del café.

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